sábado, 12 de marzo de 2011

La puta de Verne


Lo último que escuché cuando salí de casa de mi madre, fue un grito de mi hermano desde la ventana Sí, vete con tus pinches cochinadas a otra pinche parte, mi papá estaría tan decepcionado, él no crió raros ¡Chingao!… O algo así dijo el muy misógino. En días como ese, lluviosos, me dan ganas de volver; en días como estos, raros, me dan ganas de devolver; devolver todo lo que de ellos recibí, empezar, buscar otra forma de ser. No los culpo, hicieron lo que a bien tuvieron hacer, lo que cualquier familia haría. Por más que le busco, el feminismo lo heredé de mi padre; también la sublevación, la mente entre cerrada y abierta, y el alma libre. Porqué hoy tendría que regresar; más aún, a qué habría de regresar; ¿A que me pusieran a lavar trastes? ¿A lavar ropa y preparar la comida? Me salí justamente porque no quería seguir haciendo todo eso, me salí porque quería conocer el mundo, a mi manera, explorar, descubrir cosas que ya han sido descubiertas, ser un personaje de Verne.

La tarde no tenía que ser diferente. Me había acostumbrado a pasar desapercibida, a que mis días no tuvieran relevancia ni diferencia con otros; salvo esos en que íbamos a acampar al bosque. Estaba segura de que la única diferencia entre los días, eran las fechas: nunca había contemplado el clima. Y esa tarde noche estaba lloviendo y yo tan sol,a lejos de casa, sentí la nostalgia de aquellos días en que veía partirse el cielo en un espectáculo sin planeación; entre tanto edificio no puedo ver el horizonte. Es en él donde Dios y el Diablo mantienen una batalla frente a frente, espada contra trinche; Dios lleva ventaja, es el impostor que impone; el Diablo, el hijo de su pinche madre que se sublevó.

La pregunta estuvo de más, ya sabía ella, o él –que para el caso es lo mismo-, que yo sí quería pero no sabía qué cosa; en mi mente trataba de ocultar una expresión que ofendiera No sabes o te haces pendejo (a); ¿Eres puta? Me preguntó. Mi papá me había dicho desde muy chica que no me ofendiera ante una expresión así, que primero preguntara a qué se refería: porque si se dice que un hombre es puto se entiende que es gay, y una chica que se dice que es puta, recibe como diez proposiciones sexuales en una fiesta.

Así que yo le pregunté que a qué se refería, y me respondió ""A que si te gusta tortiar..."; era muy inocente y no entendí a la primera, le pedí que me explicara y me dio un beso. Me gustó; creo; espero; si no, no estuviera aquí.