El problema no es darse cuenta de la precaria y violenta actitud y situación; el problema es darse cuenta, cobrar la cuenta, caer en la cuenta, repartir la cuenta: dar
y recibir.
Hablando y reflexionando sobre los problemas, he caído en la conclusión inconclusa de que muchos de ellos no son más que simples inconvenientes.
Hablando y reflexionando sobre los problemas, he caído en la conclusión inconclusa de que muchos de ellos no son más que simples inconvenientes.
Sus ojos estaban visiblemente llorosos; a
pesar de nuestra cercanía, nunca la había visto llorar en ocasiones que no
fueran un velorio. Estaba ella al borde de las lágrimas mientras
decía que no los iba a dejar.
Seguramente ella la de los ojos llorosos, rojos de rabia; ella, la que no puede dejarlos, alguna vez
hizo lo que muchos hemos hecho: quejarnos. Y lo más probable es que se haya
quejado de lo mismo: escuela, maestros, exámenes, tareas, horarios, trabajos en
equipo, actividades extraescolares, prácticas, libros, costos, camiones, gente,
padres, familia, gobiernos, democracia, colas, amor, desamor, dinero y un largo etcétera.
Por Blakely Morales. Coahuica, Tamazunchale, S. L. P. Dic 2011 |
En estas semanas de reflexión sobre “los
problemas”, no he aprendido a dimensionarlos; desde mi trinchera, un niño con un padre
violento no es un problema; el padre es un inconveniente para el sano desarrollo
del niño… después de escuchar todo lo que la mujer con los ojos llorosos tenía
que decir, al haber estado ella cerca de los acontecimientos parecidos al que
mencioné, el niño con un padre violento es un problema: como es un problema la
niña a la que no llevan a la escuela porque a su abuelita le da flojera; como
problema es para el niño que vive a dos horas del jardín, desplazarse hasta
allá; y problema es que haya muertos todas las semanas; y que los directivos
vivan ensimismados, enajenados; y que la educación en México no sirva a la
evolución de la especie; y que haya tantos problemas y una sola solución que luce
imposible (que a su vez es un gran y verdadero
problema comparado con los demás).
Desde agosto pasado, ella se encuentra
trabajando como educadora en una comunidad indígena del municipio de Tancanhuitz
de Santos, en la Huasteca. Había pensado en pedir su cambio a otro lugar menos
peligroso. Pero hoy ha comprendido que su lugar es ahí. Una persona más que
esquiva las balas. Este diciembre, sin que nadie se lo pida, y aunque sus
directivos le digan que “trabaja de más”, ella va a regalar un juguete a cada
uno de sus alumnos: niños, como lo fui yo, usted, ustedes, Felipe Calderón…
Ella es la viva imagen de la sensibilidad,
del amor a la vida y a la evolución; es la musa aquella que no se salvó y va a
vivir luchando sembrando amor; es ella quien sin nombres ni apellidos hace lo
deshecho, levanta lo caído y vive entre la muerte los sueños contraste con una
patrulla de torretas encendidas y regala amor a quien no merece: pide, grita,
suplica. No es algo mío. Somos familia nada más. No pretendo presumir, sino
hacer grande lo que es ya por sí mismo inmenso.
A Talis