Dedico los minutos que quedan de esta noche a un Re Mayor Siete por tu libre albedrío;
mil mundos por tu mundo, y el que a mí, por capricho de la libertad, me tocó andar;
veinticuatro cervezas por mi necedad;
una edición para niños del Quijote por las cosas que no he dicho, y por quien se quedó con ganas de escucharme decir lo que tenía ganas de oír;
te conozco de antes;
cuando amanezca voy a dedicar diez mil milésimas de segundo a mis certezas;
voy a perder el tiempo por quienes se quedaron con ganas de hacerlo;
y si al anochecer me siento capaz de dedicar un Re Mayor Siete por tu persona, entonces puedo hacer cualquier cosa (incluso esperar).