viernes, 25 de junio de 2010

Sentimientos encontrados viendo un partido

Debe ser difícil. Ir perdiendo un partido, que de antemano ya se sabía casi perdido. En éste mundial, no es raro que alguien con algo de tiempo disponible frente a la televisión, y más aún, con la mala (y buena a la vez) fortuna de contar con televisión de paga, termine viendo partidos como: Corea del Norte vs Portugal. Jamás me hubiera imaginado siquiera que Corea del Norte tuviera selección nacional de futbol, y que además haya calificado al mundial. No cabe duda, el mundo avanza a pasos agigantados, y ya nadie se quiere quedar fuera.

Menos, fuera de un mundial. Un día antes, me tope muy temprano con un canal que repite todo lo que pasa en el canal de las estrellas, exactamente dos horas después, en que pasaba la repetición del programa matutino dedicado al mundial, conducido por Loret de Mola, Burak (que no sabe de futbol, por eso no lo llevaron a Sudáfrica), Jacqueline Bracamontes (que tampoco sabe, pero a qué buena está) y el a veces ocurrente, a veces patético, Brozo. Programa en el que una mujer, con un nombre que no recuerdo, mostraba en una gráfica, los números y las posibilidades en el partido entre Corea del Norte y Portugal. No tengo ni que decir hacia quién apuntaba la flecha con el título “Favorito”.

Y así fue. Fue superior y por mucho, el equipo de Portugal. Pero no es lo mismo, ver a la selección de Camerún siendo eliminada sin tantos goles en contra, que ver al equipo de Corea del Norte, siendo superado por siete goles a cero. La desesperación de los últimos minutos, la desilusión, el llanto que si no se hizo presente en el campo en cuanto terminó el partido, seguramente expulsarían a borbotones en los vestidores. Ahí fue cuando me puse un poco sentimental. Lo sentí de veras, y me puse a las órdenes de los coreanos (del norte), aunque ellos no lo supieran.

Cristiano Ronaldo sonreía por un lado. Guapo, alto, fornido, perfecto. Consagrado como una de las figuras del mundial, cuando aún falta mucho que ver. Por el otro, la expresión del algún Norcoreano, que aunque difícil de interpretar en aquellos ojos milenarios y llenos de una sabiduría basta, estoy seguro de que estaba triste, y me puse triste por él, y toda su gente.

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